"Cuando alguien se ofende y responde mecánicamente de forma airada a una opinión o iniciativa tuya que se sale de lo convencional y establecido es seguramente porque percibe la amenaza de plantearse a fondo tus palabras y poder concluir que encierran una verdad que haga aflorar un aspecto de su naturaleza ruin y miserable, que su esfuerzo le cuesta mantener enterrada en el pozo negro de la conciencia. Las negativas más furibundas suelen ser producto de arañar aquello de lo que más abjuramos de nuestro carácter: cobardía, envidia, pereza...Un mecanismo de defensa que narcotiza y mantiene a la humanidad aborregada ". Compartíamos una Heineken mientras lanzó este comentario en una terraza con vistas al Tibidabo. En el cielo el día iba perdiendo a los puntos con la noche. "Los fotógrafos llaman a este momento crepuscular "la hora azul" me aseguró, al tiempo que encendía un cigarillo mentolado Dunhill. Qué bonito, pensé, y me acordé que Neruda pintó del mismo color a los astros que tilitaban a lo lejos. ¿Dónde podíamos ir que mejorara lo presente? Sólo cabía desplazarse hasta el centro del minutero que marcara esa hora azul o al mirador de ese astro en el que no habría nadie que enterrara lo peor de sí con un comentario rabioso. Así que nos quedamos a apurar la cerveza.
03 junio, 2005
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