20 enero, 2009

FSF


La excelente "El curioso caso de Benjamin Button" (el relato corto de amor fugaz con Tilda Swinton y el pasaje "vivíamos en ese colchón" me humedecieron los ojos) me llevan de nuevo a Scott Fitzgerald y me doy cuenta que supo hallar como nadie las palabras que hacen tintinear mi sensibilidad. Ya mencioné en su día que el arranque de "El Gran Gatsby" me parece una delicia, mas solo una relectura reciente de la novela me hizo darme cuenta que el cierre está a la altura: "Y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados incesantemente hacia el pasado".

Pienso que si tuviera que escoger a un Cyrano que me echara una mano en mis conquistas amorosas más osadas recurriría a FSG, capaz de líneas de oro puro como estas, extraídas de "Suave es la noche":


"Piensa en cuánto me quieres. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero sí te pido que lo recuerdes. Pase lo que pase siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche".


12 enero, 2009

Comparativa Suiza-Bélgica

Su neutralidad en los conflictos bélicos redujo la aportación de Suiza al libro de la historia a una nota a pie de página llamada reloj de cuco. La discreción de Bélgica nos ha reportado una cesta de placeres gastronómicos que se compone de chocolate, mejillones, cerveza, gofres y patatas fritas.

La precisión del reloj suizo encuentra en la celosa e inexpugnable banca suiza el complemento que refleja el espíritu perfeccionista y milimetrado del país helvético.

La gozosa ganancia calórica que suministran los tradicionales alimentos belgas tiene en el aventurero y simpático corpus de cómics nacionales -Tintin, Lucky Luke, los Pitufos...- su espejo lúdico.

La pena de Bélgica es que secunda el rechazo a la Segunda Guerra del Golfo junto a Francia y Alemaniam, pero la prensa internacional la excluye de la noticia, aunque quizás es peor que se sobreentienda tu oposición y ni siquiera piensen en ti, caso de Suiza.

El monstruo durmiente de Suiza fue dar refugio al oro nazi manchado de sangre, mientras que el de Bélgica fue el caso de pederastia más atroz jamás revelado. Ambas vergüenzas pueden verse como la potenciación del reverso perturbador de las excelencias patrias: el secretismo, el orden y el celo suizo por encima de la moral, y el desfrute y pasatiempo belga barriendo con cualquier rastro de humanidad.

Una cicatriz en una piel de porcelana simepre provoca un estemecimiento más helador.