29 octubre, 2006

En campaña

Hace dos semanas que sigo día y noche al candidato ecosocialista por orden de mi Medio de Comunicación de Masas. Me dijeron que aprendería mucho, haciendo campaña. Y tenían razón.

Cosas que ahora sé del candidato y no sabía:

- es bajito
- es de un extraño color naranja
- repite sin cesar las mismas cosas cada día, a veces hasta cuatro veces al día
- sufre por nosotros y por eso a veces reformula un poquito
- es bueno porque nos da de comer y de cenar y nos ha puesto un autobús


Observaciones sobre mis compañeros de autobús:

- se quejan todo el tiempo porque no se puede fumar
- piden parar cada dos horas para hacer pipí
- corean los gazapos del candidato para pinchar al jefe de prensa barra monitor de campamentos
- se dejan los condones del ‘folla’t a la dreta’ en los asientos y hacen enfadar al conductor, que por las mañanas lleva a niños de ocho años al colegio
- desaparecen durante días y aún así siguen firmando sus crónicas de campaña
- plantan todos los micros ante la boca del candidato y luego no preguntan nada
- se quejan a todas horas de sus condiciones laborales pero le arrancarían de cuajo la cabeza a quien pretendiera sustituirles


Conclusiones finales:

- los candidatos intentan hacer creer que les interesa hablar de su programa, pero lo hacen fatal
- los periodistas se mueven por el estómago: si les pones un bocata, van
- la organización de actos sólo responde a un principio: cuanto más lejos, mejor
- no hay forma de ligar en esta profesión si casi todos los del autobús son chicas
- echaré mucho de menos estar en campaña

24 octubre, 2006

Osaka bien vale un tatuaje

Porque sé que es un tema que os interesa y que os tiene a todos muy inquietos, quiero poner en vuestro conocimiento que son ciertos los incesantes rumores de que si algún día voy a Osaka me voy a hacer un tatuaje. Ahora bien, sólo si voy a Osaka. ¿Por qué Osaka? Desde un punto de vista romántico, porque se trata de la cuna de los yakuzas y siempre que me he imaginado entintándome la piel he visualizado la caligrafía japonesa gozando de tal honor. Supongo que allá deben tener la práctica y la calidad suficientes para que pueda dar el paso con las mayores garantías de éxito higiénico y estético. Desde un punto de vista práctico, porque me queda tan lejos y es tan improbable que la visite que me salvará de tan demente idea. Partiendo de la adolescencia, he fantaseado de forma recurrente con hermanarme epidérmicamente con piratas, presos y otras gentes del vivir peligrosamente. Como niño bien, petimetre de perfil pijales que creció en la Diagonal y acudió a un colegio privado inglés, la posibilidad de unirme a la nómina de teóricos facinerosos marcados para siempre como resultado de una existencia permanentemente al filo del abismo, que desafía por sistema la rectitud y la moral, y que deja un reguero de actos inconfesables cometidos en periodos de perdición, los cuales acaban cobrando expresión metafórica en dibujos imborrables, plásticas fieras adormecidas que sirven de admonición ante la tentación de retomar la senda oscura, resultaba el colmo de lo excitante. Pero además de la distancia geográfica, topo con dos impedimentos básicos a la hora de estampar mi carne: la angustia que me producen las agujas y la perspectiva de que con los años el símbolo de una presunta batalla con los demonios interiores conducida en silencio culpable adquiera pinta de pasa dejada al sol muchas horas. Lo que tengo claro es lo que me pondría:

18 octubre, 2006

Recomiendo fervorosamente "El equilibrista", un libro de aforismos de Andrés Neuman. Si el pensamiento es un músculo sus reflexiones ejercen de pesas. Sigue una muestra.



"Nuestra fuerza radica en la honestidad de nuestros límites".

"La felicidad es un estado de gratitud".

"No hay personas corrientes, sino observadores mediocres".

"El aburrimiento es una tristeza de la voluntad".

"El sentido común es ese lugar remoto desde el que cualquiera entendería las realidades más extrañas".

"Sin osadía es imposible ser prudente".

"Conformarse es irreversible".

"El arte modifica para permanecer"

"No ser vulgar cuesta trabajo. Más que una naturaleza, la vulgaridad es una renuncia".

"Buscamos metáforas para defendernos de la belleza, que es siempre insoportable".

"La única cursilería honesta es la fatal: la que queda después de todo intento por evitar ser cursi".

"La asociación es el desvelo de la inteligencia".

"Las líneas paralelas son perpendiculares vistas demasiado temprano".

13 octubre, 2006

Scoop es lo menos scoop que veréis


Tengo un scoop sobre "Scoop". Años lleva trabajando Woody Allen con una sola neurona, pero su último film, un suma y sigue estancándote de "La maldición del escorpión de jade" y "Misterioso asesinato en Manhattan", un reciclaje ligero y perezoso de su vena más frívola facturado además en piloto automático, es la constatación de que igual que un ciudadano normal puede vivir con un solo pulmón, a un genio le basta media neurona para (re)crear. Del film solo se salva el personaje ocurrente y metepatas que interpreta el propio cineasta, mil veces visto, oído y reído pero solo porque lo amamos como al tío que ameniza las fiestas con las mismas batallitas familiares entrañables, como al padrino de un chisposo discurso circular y retroalimentado que nunca falla. Quitemos a Splendini de la película y nos queda un cráter decepcionante (aunque no tanto después de tantos títulos anémicos en los últimos años) y doloroso (el amor, de nuevo). Lo de Allen es un talento desperdiciado con saña como si Ronaldinho se dedicara exclusivamente a tirar córners y Nina Simone solo hubiera cogido un micro en un karaoke. Otro réquiem por el hombre que un día nos hizo preguntarnos si un recuerdo era algo que tenemos o que hemos perdido y que nos descubrió a alguien que tenía las manos tan pequeñas como la lluvia.

11 octubre, 2006

Han tornat (als EUA)!

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Henry Gale, de Minnesota, es diu Ben. La Julia m’encanta. Jack segueix descubrint-nos coses del seu passat. La Pecosa està més tremenda que mai, amb el vestidet aquell que li donen… Sense ànims d’spoilejar, ja he gaudit del primer episodi de la tercera temporada de Lost i segueix provocant-me que, encarcarat després de passar 42 minuts davant l’ordinador en una posició impossible, exclami: quina sèrie més bona, collons!

09 octubre, 2006

Tengo cinco meses

En junio dejé de morderme las uñas de la forma salvaje en que lo había hecho siempre. Desde entonces he conseguido por primera vez en mi vida que mis uñas lleguen hasta el borde de mis dedos, una hazaña que jamás creí que estuviera a mi alcance. Más que nada porque no me recuerdo con las uñas intactas, de lo que deduzco que muy posiblemente empecé a consumir cutícula antes de los cinco años. Es dramático, lo sé. Hola, soy una cangura y soy onicófaga. Pero estoy saliendo del pozo y hoy he complido cinco meses. (Todos al unísono: Te queremos, cangura).

No lo consigo siempre, eso está claro. Esta misma noche he mordisqueado un poco el borde de la uña de mi dedo corazón derecho porque notaba que la carnecilla de debajo pugnaba por recuperar la libertad. Es en serio, a veces me resulta insoportable sentir la uña recubriendo porciones de piel antes liberadas y tengo que sacar de encima un poquito, como quien rasca debajo de una escayola, para que no me moleste. Ahora mismo le daría un bocado a un par de dedos, pero apartaré de mí esos pensamientos impuros.

Nunca había podido repiquetear las uñas sobre una superficie lisa (y mola). Nunca había podido agarrarme a una barra del metro sin sentir vergüenza porque pensaba que la gente me miraba las manos con desaprobación. Nunca había podido rascarme en condiciones, y me había acostumbrado tanto a clavarme los dedos para hacerlo que ahora lo sigo haciendo y como tengo las uñas largas (ay) me hago daño.

Pensaba que jamás sabría dejarlo. Pero resulta que era la mar de fácil. Tan fácil como descubrir el auténtico esmalte de uñas con sabor asqueroso. Nada de Mordex (estaba rico, el Mordex) ni de quinina: el auténtico quitavicios es el tono rosa palo de Pinaud. Recomendadlo a vuestros amiguitos.

(Había buscado unas imágenes ilustrativas de la onicofagia, pero os las voy a ahorrar en atención a vuestros estómagos)

El cuerno y el centro de la luna




Como cada noche a la que seguía un día de colegio Jon y Lu se acostaron a las nueve.

Protestaron un poco, como siempre.

Se lavaron los dientes a conciencia, como siempre.

Como siempre, Jon ocupó la litera de arriba.

Su hermano, la de abajo.

Lu se puso a soñar con una criatura extraña a la que le faltaba un cuerno.

Mientras él dormía, su hermano se despertó y se levantó a hacer pis.

Sobre la repisa del baño encontró el cuerno que había perdido la criatura extraña

con la que estaba soñando Lu.

Hizo pis, cogió el cuerno, lo metió en su mochila y volvió a acostarse.

Jon se puso a soñar con la luna.

En su sueño vio cómo justo en el centro de la luna había un agujero.

Era una circunferencia tan perfecta que parecía un donut bañado por entero de azúcar.

Mientras él dormía, su hermano se despertó y se levantó a beber agua.

Abrió la nevera y en el estante superior, entre una col de Bruselas y un pack de

cuatro yogures de fresa, encontró el centro de la luna que faltaba en el sueño de

Jon.

Bebió agua, cogió el trozo redondo de luna, lo escondió en su armario y volvió a acostarse.

El despertador sonó a las 7:30.

Los padres descorrieron las cortinas y vieron asombrados que todavía era noche cerrada.

Más les sorprendió descubrir que la luna tenía un agujero justo en el centro.

Una criatura extraña los vigilaba tras un seto.

Le faltaba un cuerno.

Los padres se dirigieron al cuarto de sus hijos, que dormían profundamente.

Intentaron despertarlos sin éxito.

Preocupados, regresaron a su dormitorio.

Se fijaron en que el reloj seguía marcando las 7:30.

"¿Estaremos en medio de un sueño"? se preguntaron en voz alta a la vez.

Y tan pronto pronunciaron aquellas palabras, cayeron en un sueño profundo.

El padre se levantó de la cama y se dirigió sonámbulo al cuarto de sus hijos.

Ahí abrió la mochila de Lu y extrajo el cuerno de la extraña criatura.

Luego lo enterró a escasa profundidad en el centro del jardín.

La criatura extraña seguía sus pasos tras el mismo seto.

El padre volvió a acostarse.

Roncó.

Mientras el padre enterraba el cuerno de la extraña criatura, la madre soñaba que se dirigía con los ojos vendados al armario de Jon.

Ahí encontraba el centro de la luna.

Lo cogía entre sus manos y lo metía en el horno.

La criatura extraña seguía sus pasos tras el mismo seto.

La madre cambió de sueño.

También roncó.

El despertador sonó a las 7:30.

Los padres descorrieron las cortinas.

Lucía el sol.

Los padres se dirigieron al cuarto de sus hijos, que dormían profundamente.

Intentaron despertarlos... con éxito.

Lu descubrirá que falta la mochila de Jon.

Jon advertirá que el armario de Lu está abierto.

A la madre le sorprenderá toparse con un agujero en el corazón del jardín.

El padre no se explicará que la puerta del horno no esté cerrada.

La criatura extraña lo verá todo tras el mismo seto.

Tendrá dos cuernos.

Sobre sus hombros llevará la mochila de Jon.

Dentro de la mochila estará el centro de la luna.

El despertador suena a las 7:30.

03 octubre, 2006

DeLillo y la espuma de afeitar

Saliendo de un garito del East Village, donde acababa de asistir a uno de los conciertos más inolvidables de mi vida, me acordé que debía comprar espuma de afeitar. Al día siguiente entrevistaba a Don De Lillo, el cual me intimidaba sobremanera, lo precedía su fama de huraño y su alergia a los periodistas. Lo que no sabía entonces es que, además de ser un tipo encantador, al cabo de apenas dos meses iba a visitar Barcelona y Madrid, donde acabaría siendo entrevistado hasta por el acomodador del Coliseum y mi prima la tuerta. Ingenuo y presuntuoso, me sentía un privilegiado y quería causarle una buena impresión al mito, de forma que debía eliminar esa barba de Don Johnson decadente que tan locas las vuelve a ellas, pero que albergaba mis dudas sobre las posibilidades de que excitara al autor de Libra. A priori, el problema era que debían ser sobre las dos de la madrugada, pero haciendo bueno el topicazo que Nueva York es la ciudad que nunca duerme, encontré una suerte de deli 24/7 que me salvó el pellejo. Por menos de un dólar compré un bote grueso, pero no excesivamente alto, marca Barbado, me hizo gracia porque si le añadías una S te inspiraba imágenes de vacaciones paradisíacas. Lo curioso del caso es que hace más de dos años que está conmigo y no se ha agotado. Reconozco que soy de los que buscan esporádicamente la compañía de la cuchilla, pero con todo me parece un margen de tiempo más que reseñable. Quizás hay unos duendes que por las noches lo rellenan mientras duermo o es que era el bote un millón que vendía el fabricante y para cerebrarlo contrató a un Willy Wonka de la espuma de afeitar que ideó un sistema mágico de regeneración espontánea. Sin embargo, comienzo a intuir que está prestando sus últimos servicios y el supersticioso que todos llevamos dentro me lanza mensajes de pánico. ¿Dará mi vida un vuelco terrible con su extinción? ¿Barbado ha sostenido mi vida en un equilibrio artificial que se hará trizas con su marcha? Lo más terrible del asunto es que ni siquiera puedo hacer un llamamiento de urgencia a aquellos que visiten próximamente NY para que me compren un nuevo bote, ya que se lo confiscarían las autoridades del aeropuerto. Últimamente he dado descanso a Barbado con otras marcas para retrasar la posible tragedia, mas con el miedo también de que se sienta traicionado y opte por una disolución suicida. Estoy que no duermo y cada día me asemejo más a un náufrago. He decidio que no voy a leer nada más de De Lillo.

02 octubre, 2006

Una máxima de Balzac a la que sumarse:

"Lo deseo todo, no espero nada, me conformo con poco".