23 mayo, 2005

La música del azar

Tengo una amiga que hoy cuesta que se ponga al teléfono porque está reunida todo el día con señores trajeados y recorriendo el mundo a la caza de talentos, pero que de adolescente era un espíritu salvaje que se sentía desencajada del mundo e imitaba la pose rebelde de Patti Smith. Un verano, contando 17 años, aprovechó que sus padres estaban de viaje para fugarse de su Montreal natal con un novio roquero varios años mayor. Hicieron autoestop hasta San Francisco. Un día en que no habían parado de discutir y de caminar por el arcén sin descanso mientras una fina lluvia les calaba los huesos, cuando ya veían que tendrían que dormir al raso ante la inminencia de la noche, un coche se detuvo a su lado. De él salió su mejor amiga, una aparición sorpresiva fruto de una conjunción espacio-temporal prodigiosa. Se abrazaron y lloraron de la emoción. Repitieron trece veces las palabras "¡qué casualidad!". Acabaron cenando en un restaurante de San José. El novio de la amiga, el conductor del coche, se excusó y fue al lavabo. Mientras liberaba las cervezas de la tarde, un hombre se colocó en el mingitorio de al lado a hacer lo propio. Al mirarlo reconoció a su padre, al que hacía más de diez años que no veía, desde una discusión a resultas del testamento materno. Se abrazaron y lloraron de la emoción. Repitieron trece veces las palabras "¡qué casualidad!". El padre le presentó a su novia, una quebequesa de 30 y pocos años. La pareja se sentó en la mesa de los jóvenes. Hablando con mi amiga resultó que la chica conocía a su padre, pues le había dado clases de medicina en la Universidad de Montreal. Además, al salir del restaurante, advirtió que el coche que había comprado de segunda mano dos días antes su "hijastro" para recorrer la costa californiana le había pertenecido y puso como prueba la pegatina de la susodicha facultad. Mi amiga llamó esa noche a su hermano para darle su paradero y evitar que sus padres se preocupasen. Mientras se dirigía al teléfono público situado fuera del local, en el jukebox comenzó a sonar "Don´t say nothing" de Patti Smith. La voz que se puso al otro lado de la línea era la de su padre. Ella se quedó sin habla, sólo atinó a decir "papá". Las primeras palabras de su padre fueron "Don´t say nothing" ("No digas nada").

19 mayo, 2005

El tanga tiene narices

Comenta Gombrowitzc en sus Diarios: "En una parada sube una muchacha que..., ¿cómo decirlo? La belleza tiene sus misterios. Hay muchas melodías bellas, pero sólo algunas son como una mano que oprime la garganta. Esta belleza es tan "magnetizadora" que todos se sintieron extraños y quizá incluso avergonzados; nadie se atrevía a admitir que la observaba, aunque no había un par de ojos que no contemplasen a escondidas aquella espléndida aparición. De repente, la muchacha, con toda la tranquilidad del mundo, se puso a hurgarse la nariz".
Yo comento: Para mí un tanga tiene la misma capacidad aniquiladora de belleza que una exploración nasal. Ya lo puede lucir un monumento digno de versos de Petrarca que me provoca el mismo efecto que una tarántula en un plato de nata. Por cutre, antihigiénica y soez, por ser el lado oscuro del buen gusto, el eterno rival de lo bonito. Creo que nunca podría conectar con una chica (en un plano de cierta complicidad intelectual, se entiende) que sintiera tan poco apego por sus posaderas que las ofendiera sometiéndolas a la compañía de tan desagradable engendro textil, igual que se me hace difícil imaginarme rendido a una que echara sistemáticamente mano de un palillo para escarbarse los dientes con frución tras cada comida o para quien el colmo del romanticismo fuera escuchar una pieza de Richard Cleyderman ingiriendo mosto en vasos de plástico en un merendero de autopista. Me postulo ya como un serio y esforzado pretendiente a la presidencia de La Liga Universal AntiTanga.
lozzy

17 mayo, 2005

Instrucciones para desatascar una cebra de un pararrayos

La persona por la que había creído estar a punto de sacrificar mi existencia a bordo de ese boeing, Martin K. Flick, un hijo único de Hampshire de 47 años, licenciado en filosofía por la London University, soltero, aficionado al coleccionismo de frascos de jabón sustraídos de hoteles y guardián de un antojo en forma de pera invertida en la base del plexo solar como único rasgo físico que reseñar, había protagonizado uno de los fenómenos literarios más extravagantes e inverosímiles del que jamás haya tenido constancia el ser humano. Cuenta la leyenda que con nueve años se perdió en el transcurso de una excursión escolar y estuvo errando por el bosque durante once horas hasta que la linterna de un profesor descubrió su tiritante cuerpo encogido en posición fetal a los pies de un abeto. A escasos metros yacía un medallón de hierro del diámetro de un posavasos con la inscripción latina “Nil transit gloria” para el que nunca se pudo encontrar una explicación. Flick permaneció 37 días sin decir esta boca es mía. Su apetito, por lo general voraz hasta el extremo de haber disparado las alarmas del endocrino, se redujo al de un gorrión deprimido. Ni siquiera los desesperados lametazos de su perro Bunky, las nuevas entregas de su admirado héroe de tebeo Haussenteuer –un saltador de pértiga albino que, al caer la noche, utilizaba tan atlética herramienta para alcanzar azoteas desde las que su visión prodigiosa, fruto de la mordedura de un lince mutante durante un picnic dominical, detectaba altercados domésticos y actividades delictivas a las que ponía fin recurriendo, cómo no, a esa asombrosamente elástica y absolutamente irrompible vara, resultado de una alineación pseudomágica que él mismo había descubierto por accidente durante los experimentos científicos que llevaba a cabo en el sótano secreto que tenía en casa de su tío Benny, un seboso y tuerto reparador de aires acondicionados a domicilio al que no tragaba- ni los canelones rellenos de calamar que su sufriente madre tuvo a bien adelantar medio año a la tradicional comida navideña consiguieron sacarle de un incólume estupor, a medio camino entre la cara de ausencia que ponemos delante de un interlocutor al que no escuchamos en beneficio de nuestros propios pensamientos y la cara de tonto que se nos pone al llevar más de quince minutos esperando a alguien de pie y con frío.
El doctor Harold Gruber del St Martin´s Hospital de Sheffield diagnosticó un caso flagrante de shock postraumático y vaticinó una lenta pero progresiva recuperación, si bien la velocidad supersónica con la que emitió su juicio restaría validez al mismo, dado que su urgencia radicaría en la inminente perspectiva de citarse de forma furtiva con la enfermera Rose Buchan en el cercano pub irlandés Mighty O´ Shea. Sin embargo, no dio tiempo a una segunda opinión, puesto que en la mañana del 16 de junio de 1966, Flick bajó a desayunar como todos los días, pero al contrario que en los 36 anteriores no se limitó a sentarse, colocarse la servilleta de lino en la falda y esperar en insondable silencio a que su madre le sirviera una taza de leche con cereales sino que, en el instante preciso en que ésta cubría los 127 centímetros que separaban la encimera de la cocina de la mesa de cedro que acogía todas y cada una de las ingestiones de su familia portando el suministro calórico que debía asegurar a su retoño la reserva de combustible básico para cumplir con sus necesidades piscomotrices hasta las 14 horas, sus cuerdas vocales volvieron a la vida con el simplón comentario "algo le pasa a la cisterna del lavabo", cotidiana, intrascendente e informativa emisión fonética que puesta en contexto resultó obviamente milagrosa y que provocó la esperable caída libre del recipiente con la consiguiente emulsión lechosa bañada de tropezones desparrámandose con alegría por las baldosas. Repuesta del susto tras frotar sus fosas nasales con un algodoncito empapado en colonia que le restituyó a las mejillas su tono sonrosado si bien con un plus diamétrico a resultas de la alegría, su madre intentó de forma infructuosa extraer una explicación lógica, o cuanto menos razonable o que entrara dentro de lo que se considera de este mundo, de los labios de su revivido hijo, pero no hubo forma. Flick parecía haber atravesado ese paréntesis catatónico como un profundo coma del que hubiera despertado con el disco duro borrado, como un viaje astral experimentado sólo por su masa y del que no tuviera noticia su espíritu. El reloj mental de Flick se había detenido al inicio de la excursión escolar y reemprendido la marcha frente al plato de cereales de esa mañana de resurrección, todo lo acontecido entre medio era una película fotográfica velada, el agujero del donut.
lozzy

Llimones i cops de puny

Coneixeu la teoria de les llimones? Sembla ser que diu q veure llimones (ara que ho penso, ignoro en quin estat: tallades? Senceres?) provoca salivació. Allò dels “perros de Pavlov” (records dels meus temps a la Facultat de Psicologia…) però en versió humana. No en tenia ni idea, però m’ha agradat conèixer la teoria en qüestió i, sobretot, les aplicacions que li va donar qui me la va explicar.

Hi ha dies estranys, setmanes ben peculiars. I aquesta ho ha estat: i no només per l’efecte cítric. Cinc anys esperant un títol futbolero i ho celebro (¿?) a l’hospital, després d’haver estat atònit espectador d’un acte violent que ens ha desmuntat moltes coses: confiances amb peus de fang, impotència davant la impotència, tristor d’una fugida inesperada…

També m’han parlat de la màgia d’aixecar-se a les sis del matí per veure ocells enmig de la natura i de les pelis porno que qualsevol canal local, de Barcelona o de Girona, emet passades les 12. Continuo trampejant com puc la meva tendència a no fer cas del que jo mateix aconsello als altres. I, havent passat tant de temps com ha passat, continuo preguntant-me… de qui coi eren les sabatilles que vaig dur als peus durant tres mesos???


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15 mayo, 2005

De la necesidad de hacer listas

Este fin de semana he visto 9 songs, de Michael Winterbottom, y he leído 31 canciones, de Nick Hornby (qué british todo, ahora que lo pienso). Este último es un tipo que ya dejó entrever en Alta Fidelidad una curiosa tendencia a elaborar listas (la lista de novias que dejó, la lista de canciones preferidas en un día de lluvia, y así hasta el infinito) que ahora es ya casi marca de la casa. El caso es que el hombre tiene gracia y sabe escribir (si algún día quisiera escribir, me gustaría hacerlo como Hornby, porque es capaz de exponer sus vísceras y mostrar lo más miserable del género humano y hacer que hasta eso te parezca simpático), así que no molesta, todo lo contrario, aprendes cosas sobre él, sobre la importancia de la música en la vida de las personas mínimamente sensibles, y todos tan contentos. A pesar de que, de las 31 canciones, una servidora sólo conociera una (I’m like a Bird, de Nelly Furtado, lo cual supongo no dice mucho de mi cultura musical, sobre todo teniendo en cuenta que en la lista aparece gente como Bruce Springsteen y Rod Stewart) o, de esta no estoy tan segura, dos (la de Puff The Magic Dragon: Puff era un drac màgic que vivia dins del bosc?), el libro, contra todo pronóstico, me ha parecido bien. Como todos los de Hornby, me han hecho reír y sentirme parte de la raza humana. No está mal para una simple lista de canciones.
En cambio, 9 songs… De entrada me pasaba un poco lo mismo, a algunos grupos sólo los conocía de oídas (Franz Ferdinand, The Super Furry Animals) a otros ni eso (para qué mencionarlos, si tampoco se me van a quedar en la memoria) y, de entre todas las songs, sólo una me volvía completamente loca ya antes de ver la peli: When You Where The Last High, de The Dandy Warhols (que además suena en el menú del DVD, chico listo). Pero ni con ésas: la peli me ha aburrido soberanamente. Puedo entender, no sé, la necesidad de que exista una peli así por un montón de motivos digamos ético-históricos, pero ¿por qué hacerla tan anodina? Posible respuesta: porque la vida real es así. ¿Es así? Pues no quiero perder 60 minutos de absurdo real por 60 minutos de fingido absurdo. Y a efectos de excitar al personal, estoy convencida de que las pelis porno son más efectivas y van más al tema. ¿Y por qué me ha caído tan mal esta pareja, por qué los presenta como lo contrario a lo que cualquiera querría tener como compañía un viernes por la noche? En fin. Que me hace pensar en lo distintas que pueden ser las listas, hechas por uno o por otro. No discuto la calidad de la lista de canciones (y de polvos) que ha filmado Winterbottom (no sabría con qué criterio), pero sí su forma de hacérnosla tragar (sin comentarios sobre los posibles dobles sentidos, cada uno que piense lo que quiera). Con un poco de azúcar, esa pídora que os dan etc. Y si no sabes hacerlo, pues, simplemente… No lo hagas. Déjale las listas a Hornby, el chico sabe. Y, al fin y al cabo, todo queda en casa, ¿no?

13 mayo, 2005

Antipost

Confesso que només sé anar contracorrent. Que si tothom es posa molt en plan "Ahir pel carrer va passar un bri d'aire que em va recordar la meva infantesa a Uzbekhistan" se m'encen sense voler el mode destroyer del cervell i m'agafen ganes d'inventar-me alguna cosa que sembli molt molt íntima i que tothom s'empassi, però que en el fons sigui una mentida com una casa. Perquè, ho sento, sóc incapaç d'explicar res que m'importi, aquí, a cor obert. Us admiro, en serio. Però jo necessito ficar-li una mica de sarcasme al tema per no sentir que estic fent riure. Ei, igual algun dia ho supero. A mi és que la realitat sempre m'ha semblat més incomprensible que poètica. Cadascú té les seves especialitats...

Un bikini y un marcapasos

De prepúber desayunaba cada sábado con mi abuela en el bar "El Cali" de Travessera de Les Corts, un local tan desastrado como su dueño Abel, un tipo de ojeras tatuadas, ceñido chalequito rojo rociado de caspa sobre camisa blanca arrugada, rostro simiesco, frente barrida por un ensuciaparabrisas compuesto de cuatro grasientos pelos lacios y cara de amigos los justos si es que existen. Era un espanto de lugar, pero era nuestro, por tradición, por barrio y, sobre todo, porque dejaban entrar a los perros. Yo pedía un Cacaolat y un bikini (pero sólo de queso, detesto el jamón york, siempre he pensado que llegará el día en que alguien me contestará "pero entonces ya no es un bikini", todavía no ha sido así), ella un café con leche y un croissant, la mitad del cual acababa en las salivosas fauces de Rusca, un cocker de mirada triste y apetito insaciable. Uno de los puntazos de "El Cali" era que tenía el diario Sport, que me entintaba las yemas de los dedos y teñía las esquinas del bocadillo. Mi abuela y yo hablábamos lo justo por esa falta de perspectiva común entre el que acaba de empezar la carrera y el que divisa ya la línea de meta. Intercambio de telegramas intrascendentes. Pero una de esas mañanas, justo después de que yo leyera la alineación del Barça para el día siguiente, ella, mientras hurgaba en uno de esos servilleteros de latón que siguen cohabitando en íntima armonía hórrida con el recipiente para las pajitas de plástico en mesas de formica color hígado de pato, resquebrajó la tundra verbal espetando "A mi pobre hermana van a colocarle un marcapasos. Imagínate, un aparato tan feo trabajando para un órgano tan bonito". Ahora veo que ahí radicaba la dinámica de la vida. Te echo mucho, mucho de menos.
lozzy

11 mayo, 2005

It never entered my mind

En nuestra última noche en Tokio nos pilló la lluvia en el barrio de Ginza y decidimos refugiarnos en un bar retrofuturista que nos salió al paso como si hubiese sido convocado por el rugir de nuestras tripas. Luces estreboscópicas, sofás de cuero blanco, pero también un retrete dotado de un microordenador personal que levantaba la tapa cuando abrías la puerta del baño y ofrecía diversas modalidades de chorrito acuático con fines higiénicos. La camarera era una preciosidad, talle de junco, ojos amusgados como un horizonte crepuscular que se dilata, andar elástico, media melena color noche cerrada, sonrisa "tajo de sandía fresca". El camarero no le iba a la zaga: fibrado sin empachar, cutis de niña bien, perfil de shogun. Los dos teníamos la vista distraída. Mientras compartíamos un helado de té verde, la trompeta de Miles Davis rasgó la atmósfera con el estremecedor quejido melancólico de "It never entered my mind". Tocar el cielo. Pedimos indicaciones para llegarnos hasta un pub cercano que la guía recomendaba. Limitados por un inglés de las cavernas, ni el camarero ni la camarera pudieron ayudarnos, pero llamaron al encargado, un tipo de mediana edad, vestido todo de negro y con cara de mezclador de sonido que, tomando prestada la guía, se retiró hacia los adentros del local. Veinte minutos después, resurgió de sus penumbras y nos entregó una detallada vista aérea de la zona, que recogía cada semáforo, el nombre de cada establecimiento y un paso a nivel que era cruzado por un tren con luces frontales y cabecitas tras los cristales. Si llega a incluir al mendigo y a la florista con las que luego nos topamos, se podría decir que lo había estado fotografiando con tinta hacía escasos momentos, absorbiéndolo a través de la ventana y traspantándolo al papel. Correspondimos a tan alucinante atención con una efusividad perpleja, a lo que respondió con tantas reverencias que parecía estar agradeciendo individualmente a una nutrida mesa de jueces la concesión de una medalla olímpica. Al salir, no había despejado aún y abrimos el paraguas. A los escasos días de regresar a Barcelona, la chica con la que compartí ese ambiente de ciencia ficción pasada de moda, esos camareros arrebatadores, ese helado de té verde, esa pieza de Davis, y ese dibujo de ensueño, me escribió las palabras más dulces que he leído jamás. Y eran: "En el oceanográfico de Valencia visité el tanque de las focas marinas y son la cosa más bonita del mundo. Gordas pero muy, muy ágiles. Se las ve superfelices y tranquilas, y dan un buen rollo increíble".
lozzy
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09 mayo, 2005

Moments quotidians

No sé si això de la weblog m’està afectant (encara més) les neurones. Però la veritat és que vaig pel carrer amb un paper i un bolígraf, anotant coses ben tontes, pensant que em puguin servir per fer un text (un de comprensible, amb punts i parèntesis tancats) per penjar en aquest internàutic espai. Divendres, sense anar més lluny, just abans de recordar vells i adolescents temps a l’Ovella Negra, vaig fer aquest peculiar exercici en dues ocasions.

Imagineu-vos aturat al semàfor de la Rambla amb el Zurich, punt de reunió infalible del 90 per cent de les cites barcelonines. Centenars de persones a banda i banda de la vorera mentre els cotxes creuen, tot sortint del carrer Pelai. La caloreta comença a afectar i un repassa mentalment el seu voltant. De cop i volta, la meva amiga més indie em diu: “mira, tio!”. A l’altra banda del carrer un paio li mesura el penis amb la mà al noi que hi ha al seu costat. Agafo paper i boli i prenc nota. Potser una reflexió sobre la llibertat sexual en la seva màxima expressió? Potser una anàlisi del que es pot i no es pot fer en un espai públic?

Uns minuts abans, fent de passatger de l’autobús, un senyor d’aquells senyors que parlen sols a l’autobús porta 10 minuts dient bajanades sense solta ni volta. Tindrà uns 65 anys i duu una samarreta groga i una gorra. Ningú li fa gaire cas. Ningú fins que, quan és a punt de baixar, deixa anar: “Són tres quarts de 5. Baixo aquí, que a les 5 i quart tinc classe d’anglès”. Aleshores si, aleshores un altre home, avi d’edat avançada, sense inmutar-se, diu: “No pateixi, que a Inglaterra van una hora endarrerits!”. Un moment del dia a dia que podria haver sortit de la ment dels Germans Marx. Vaig baixar de l’autobús i m’ho vaig anotar: una bona idea per escriure un pensament sobre el surrealisme (perdó, sobre l’absurd) quotidià?

Finalment aquest cap de setmana m’han ballat altres coses pel cap i no he tingut temps ni ganes de reflexions i pensaments blogeros. Ah, el cangurito que m’ha tocat és mono, gràcies cama.

El juguete de un sueño o Palamós me hace pensar en Alaska

A los 7 años perdí un camión en una playa de Palamós. Era feo, pequeño, de plástico, de color amarillo, pero me gustaba porque le apretabas un botón y soltaba su carga. A los 12 años vi una película muy triste protagonizada por un esquimal que perdía a su familia en un alud y se dedicaba a recordar los momentos felices del pasado mientras pescaba en medio de la vertiginosa tundra espectral. A los 18 años soñé que un esquimal sacaba de un agujero perforado en el suelo helado del comedor de casa de mi madre un camión de plástico de color amarillo. Me gusta pensar que el juguete se hundió en la arena y, conduciéndose por un canal subterráneo de ésta, llegó hasta el mar, y que la corriente lo arrastró hasta Alaska, pongamos, donde lo recogió un esquimal, el cual lo guardó por si su hijo regresaba algún día de debajo de la nieve, pero que, al resultar esto imposible, lo lanzó telepáticamente al espacio y fue recogido por mis sensibles ondas cerebrales, que lo estructuraron en un bonito sueño. Por esto Palamós me hace pensar en Alaska.
lozzy

06 mayo, 2005

Propuestas

He estado jugando con el Photoshop.

Primero quería que el logo fuera algo clásico, no sé, rollo poético:

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Luego pensé que, dada la compañía, mejor algo más canallita:

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Pero, vamos, ya dicutiremos el tema.

Monty quería que al lado del nombre de cada uno apareciera un cangurito identificativo (como en las clases de preescolar, más o menos)... Però em temo que això no sé com es fa, Monty. Algun dia aprendré, sobretot si segueixo fotent-li ma al template com faig ara.

De moment, llenço unes propostes. Aquest podria ser el Lozzy:

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I aquest el Monty (a que és mono?):

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Aquesta NO seré jo:

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I aquest m'ha recordat intensament al Philipp:

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Agradecida y emocionada

Con esta recóndita cita a Concha Velasco quiero rebajar el nivel de este blog, que falta le hace (¿no, Monty? S'estava posant massa cool). Para eso estoy yo aquí. Y para aunar este bonito bilingüismo en una especie de catalañol que mis profesores de catalán detestarían pero que voy a practicar básicamente para compensar que Lozzy escribe post más largos que Monty y que yo seré breve y esporádica, me temo. Pero me emociona hasta las lágrimas (de ahí el título) que me hayáis invitado a unirme al dúo, a pesar de la comparación con Monneypenny (¿se llegaba a liar con Bond en alguna peli? Es que no las he visto todas...) y con el ama de llaves de Batman (???). Eso sí, ya que soy la cuota femenina, puedo decorar el pisito, ¿no? ¡Esos topos, a quién se le han ocurrido!

Tres no son multitud (si dos no quieren)

Por la presente damos la bienvenida a la tercera en discordia (y todavía fantasmal) integrante de esta plataforma de la nadería, caja de resonancia de lo insustancial, vertedero de la intrascendencia. Me he topado con la siguiente entrada histórico-literaria, que me ha hecho pensar inmediatamente que hablaba de nosotros, al modo de un modesto precedente encaminado a marcarnos un camino a perfeccionar: "En 1788 coinciden en un centro de estudios de Tübingen tres futuras lumbreras del idealismo alemán: Hölderlin, Hegel y Schelling. Los dos primeros tienen 18 años, el tercero (sería tercera, en nuestro caso) sólo 15, pero el trío anuda una amistad que simbolizan en un trébol (un Kleeblatt) y se lanzan a una intensa comunicación espiritual entre ellos". Así que: ¡allá vamos!
Hablando en serio. ¿Qué hubiese sido de James Bond y de Q sin Miss Moneypenny? Pues que el mundo habría acabado en manos de los malos. ¿Cómo habrían podido Batman y Robin luchar contra el crimen con plenas garantías de éxito de haber carecido de un ama de llaves cuyo nombre y capacidad infinita de sacrificio se nos ha querido escatimar sistemáticamente? No habrían podido, y por ello Gotham City sería hoy bastante menos habitable.

Y en referencia al comentario musical de Monty. Por un lado, estoy de acuerdo, si no se siente, no existe, si no emociona, no tiene sentido. Por otro, hay que hacer un esfuerzo por abrir la mente y no rechazar algo porque haya entrado en la vomitiva noria de lo cool. Yo mismo, un apologeta de lo que ahora mola como Coldplay, Franz Ferdinand y The Killers, para dar ejemplo inverso, he caído recientemente rendido a los encantos de "Lucha de gigantes" de Nacha Pop y reconozco que me estremece la franca poesía cotidiana detrás de algunos versos de Sabina. Ábrete de orejas Monty, da gustillo.
lozzy

05 mayo, 2005

He decidido tomármelo con calma

Tinc certs (i absolutament innecesaris) debats musicals amb alguns amics. Jo els penjo l’etiqueta de “cools” i ells contraataquen cridant fins a quin punt m’agrada Melendi. I no és que sigui especial seguidor del paio, que em cau francament simpàtic, tot sigui dit. Però ells estan contents carregant-se la música “fàcil” que escolto. Què voleu que us digui, si prefereixo els Presuntos Implicados, el Coti o la Julieta Venegas abans que Franz Ferdinand o els Wilco. Demano disculpes?

Aquest matí escoltava, mentre em vestia, un disc del Joaquín Sabina. Vaig per ratxes: repeteixo cançons una i altra vegada, pels matins, i ara m’ha agafat per “Como un explorador”. Sabina, si... res de Black Rebel Motorcycle Club, ni parlar-ne de Los Planetas, passo de Coldplay, ja em perdonareu. No sóc gens original, explicant la meva passió per les lletres del Sabina. M’arriben per properes, m’hi identifico en algunes coses. M’han acompanyat en nits memorables i en viatges inoblidables. M’han servit de consol en moments ben fotuts. M’emocionen i em diverteixen. Crec que es convertiran en habituals d’aquest racó internàutic…

No se ruega invitación (o esto es lo que hay, ay, ay, ay)

¿Por qué esta weblog? Si nos paramos a pensar un momento, todo lo hacemos para que nos quieran, para espantar a la muerte y para darnos aires, pero como no pretendo aburrir con vacuos apuntes de pretendida sustancialidad reflexiva hasta mi segunda entrada, diré que la primera asociación no gastronómica del tándem Monty-Lozzy nace básicamente para aburrir (¿a quién puede interesarle o prestar un mínimo de atención a lo que podamos exprimir de la aletargada neurona que sumamos entre los dos?) y tocar las narices (¿qué hay más bonito que polemizar, llevar la contraria, decir no cuando se piensa sí porque el otro ha dicho sí y no vamos a concederle el privilegio de tener razón?), y sólo tangencialmente para compartir experiencias de variado pelaje y sensaciones de meteorología variable que os ayuden a crecer como seres humanos y encarar lo poco que nos queda por vivir con algo más de calma e ilusión. Para confirmar el apunte anterior de que uno siempre anda dándoselas de listo y para desmentir que fuera a esperar al siguiente mensaje para lanzar pedanterías soltaré que, leyendo ayer los sensacionales diarios de Gombrowitzc, me topé con los siguientes apuntes que expresan con brillantez cómo veo yo esta caja de resonancia hueca y sorda que hoy empieza a emitir sus primeros berrinches postparto: "¿Qué sabréis del triunfo que permite gozar de la propia inmadurez y es al mismo tiempo su liberación y superación? Asimismo, acaso conocéis la divina sensación de contraponer a los valores brutales de la vida (como la salud, la razón, el carácter) aquellos valores ficticios, aristócratas, sacados de la nada inmadura, cuya única importancia consiste en el hecho de que sean un puro juego de jerarquías y valorizaciones? ¿Sabéis, por otra parte, qué quiere decir defender la propia realidad tal cual es, a pesar de todas las protestas de la razón? ¿Conocéis la locura de regodearse en el absurdo? (...) (Sobre los poetas) No te dejes arrastrar al juego que consiste en que ellos "cantan" mientras tú admiras. Revisa tus lugares comunes. A veces ocurre que admiramos porque nos hemos acostumbrado a admirar y también porque no queremos aguar nuestra fiesta. A veces admiramos por delicadeza, para no causar un disgusto. Por si acaso aconsejo; golpeémosles fuerte a ver si caen. Y ese golpe, posiblemente, liberará en nosotros el presente y nos dará la clave del futuro. ¡Estúpidos! ¿Por qué permitís que la historia os imponga los poetas? Sois vosotros mismos los que debéis crearlos, a ellos y a la historia". Gracias por su visita y esperamos tenerlos, en breve, de nuevo a bordo.

04 mayo, 2005

holaquetalcomoestamos

Val, d’acord, ho confesso. Ens hem embolicat en aquest experiment per enveja cotxina. Suposo que el Lozzy us dirà que tenia moltíssimes ganes d’expressar-se, de mostrar per escrit les seves reflexions. Però jo… amics, jo ho faig per enveja. He descobert el rotllo aquest dels weblogs per culpa de dos amics i d’una noia. I m’hi he enganxat. I he acabat pensant… què coi, jo també vull. “Culo veo, culo quiero”, que dèia aquell.
No sé si l’allau d’idees i temes sobre els quals em plantejo escriure en aquest inici s’acabaran fent realitat, donada la meva coneguda (pels que la coneixen) manca de constància i la meva tendència al “uf, quina mandra”. Però, en qualsevol cas, mentre duri ens divertirem.