29 noviembre, 2007

Words Don´t Come Easy

En un entrañable happening reciente, celebrado en el Saló del Llibre, donde tres "escritores" con síndrome de mono de feria y no sobrados de recursos económicos teníamos que escribir un relato con las palabras que el público nos iba ofreciendo, no altruistamente, sino a cambio de un suculento botín con el aspecto de una piruleta o de un paraguas, pude comprobar la dificultad que tiene muchísima gente para salir con un vocablo. Bastaba con ver mi ordenador y decir "ordenador", mirarse las manos y espetar "dedos", pensar en la cena y automatizar "macarrones" pero no. Intuyo que no pocos habrían acertado antes a perforar una diana situada a 75 metros o a desprenderse de los calcetines sin sacarse los zapatos. Proliferaron los grandes conceptos como amistad o amor, las cursilerías como rosa y amanecer, sólo una persona dijo coche, y el más rápido en contestar fue un niño que no levantaba dos palmos del suelo y que optó por "bombero". Me acordé esa tarde de dos de mis profesores de literatura de EGB quienes, interrogados por la clase acerca de su palabra favorita, se decantaron por "gorila" y "alcachofa". No tengo ni idea de porqué me ha quedado este dato. Entre mis términos predilectos están "orangután", "picatoste", "berberecho", "erizo" y "trapisondista".

23 noviembre, 2007

Poca feina que tenen alguns...


... tan poca que es dediquen a revisar la feina dels altres. I sense gaires ganes, perquè si s'ho mirés de veritat en trobaria moltes més, segur...

14 noviembre, 2007

"El 8º enanito". Capítulo 24.

Hacía mucho tiempo, cuando el 8º enanito era niño, al regresar un día corriente de la escuela con sus siete hermanos, experimentó un repentino ataque de fiebre que le impidió salir a jugar con ellos a la petanca enana o a fabricar tampas para comadrejas. Sus trabajadores padres llegaban a última hora de la tarde a casa por lo que se encontó por completo a sus anchas. Un sueño. Sobreponiéndose a los mareos y a la fatiga que le conminaban a guardar cama, decidió que era la ocasión que llevaba meses esperando y se dirigió al área restringida por excelencia: el despacho de su madre. De los cuatro cajones que conformaban el secretaire, sólo uno estaba cerrado con llave. El motivo lo tenía obsesionado, la curiosidad era capaz de desvelarlo. Conocía el escondrijo secreto de la llave: la zapatilla izquierda de felpa que su madre guardaba dentro del armario del cuarto de la plancha. Aprovechó la soledad que lo circundaba para cogerla y utilizarla. Abrió el cajón con el pulso del que teme que cualquier gesto brusco active una bomba devastadora. El interior del mismo contenía un irreconocible objeto envuelto en una toalla. La retiró con las palpitaciones del corazón resonándole en los tímpanos igual que una batería fuera de control. Descubrió un espejo de color amarillo. Pero en cuanto se asomó en busca de su reflejo se llevó un susto de muerte. Apenas entrevió una cara deformada y monstruosa, pero fue suficiente para saturar cada poro de su piel con hielo compacto. Recolocó de nuevo la toalla sobre el espejo, cerró el cajón con llave y corrió despavorido a resituir esta. Olvidada la fiebre, voló al encuentro protector de sus hermanos. Mientras sus pies a duras tocaban el suelo, su cabeza fue echando paletadas de tierra sobre esa imagen pavorosa, enterrándola en lo más profundo de su conciencia hasta que impactó contra las abisales aguas negras del pozo durmiente del olvido. (Continuará...).

12 noviembre, 2007

De ratones y picatostes

Aspiro a ser una persona moderadamente cultivada. Procuro arrimarme a los clásicos literarios, visionar joyas cinematográficas, entender la pintura abstracta, quedarme con las fechas de las batallas históricas... Pero me ocurre con frecuencia que son las personas más alejadas del espectro intelectual/artístico las que me ofrecen las mayores satisfacciones. Dos ejemplos recientes. Frente a la máquina de café, C me suelta con tono que sospecho recriminatorio un "tú eres más listo que los ratones coloraos". Antes de decidir si debo sentirme ofendido o no, exijo una explicación, pido que se me aclaren los motivos por los que los roedores de ese pelaje tienen un C.I. superior a la media. La respuesta llega expeditiva: "Porque nadie los ha visto". Me gana con su ocurrencia y de inmediato perdono cualquier hipotética ofensa.
Al dís siguiente, B (que me pega una colleja cada vez que cito un libro o pronuncio una palabra que no consta en su anémico diccionario, es decir, con demasiada frecuencia) me cuenta la historia del difunto Picatoste. Sólo por haber cargado con semejante apellido (cuya sonoridad me entusiasma, aunque quizás su verdadero encanto reside en la mera evocación del crujiente tropezón flotando en el gazpacho) el finado merece mi más sentido pésame. Ahora bien, cuando escucho que solicitó ser enterrado visitendo la indumentaria completa del Barça, provocando las incómodas risas de los menos allegados al visitar el tanatorio y encontrarse que tenían que mostar sus respetos en la sala de duelos a un culé hasta la sepultura que escogió un ataúd abierto de cuerpo entero para dejar bien expuesto el alcance de su orgullo barcelonista, brindo por él, agradeciéndole póstumamente la anécdota. Y me despido preguntándome: ¿quién es más digno de elogio, el ratón colorao por no mostrarse o Picatoste por mostarse tal cual es?

He tornat

Com Jack Bauer després de ser segrestat pels xinesos, com Maradona després de les clenxes, com Indiana Jones després de trobar la ruta de los gedeones (Alejandretaaaaaaa, pues claro!!!), com Xavier Sardà després de les cròniques, com la Campos després de rajar de Telecinco, com Jordan després de la retirada (i de la segona retirada), com la roba dels 70 després que arribessin els texans rentats a la pedra dels 80 (i que el mític Toni Llena segueix lluint, convençut que també tornaran), com la història de la Chloe Sevigny a l'habitació d'un amic d'un amic...

I només calia anar a l'apartat "recordar contraseña" i tenir una mica de paciència...

11 noviembre, 2007

Coi, Monty, recorda ja la contrasenya!


Esto es un post homenaje al compañero Monty, perdido en combate por unos problemillas de memoria...

Por cierto, buscando este imagen por Google imágenes veo que lo primero que sale si pones "Epi y Blas" es la prueba de que los dos muñecotes compartían mucho más que el piso y las galletas... Cuánto enfermo suelto... Monty, tu no ho miris que podria ferir la teva sensibilitat!

06 noviembre, 2007

Un beso hace mover 17 músculos a la lengua. Pero también mueve 9 miligramos de agua; 0, 18 de sustancias orgánicas; 0, 7 de materias grasas; 0,45 de sal; centenares de bacterias y millones de gérmenes. ("El beso", de Alain Montandon)