19 mayo, 2005

El tanga tiene narices

Comenta Gombrowitzc en sus Diarios: "En una parada sube una muchacha que..., ¿cómo decirlo? La belleza tiene sus misterios. Hay muchas melodías bellas, pero sólo algunas son como una mano que oprime la garganta. Esta belleza es tan "magnetizadora" que todos se sintieron extraños y quizá incluso avergonzados; nadie se atrevía a admitir que la observaba, aunque no había un par de ojos que no contemplasen a escondidas aquella espléndida aparición. De repente, la muchacha, con toda la tranquilidad del mundo, se puso a hurgarse la nariz".
Yo comento: Para mí un tanga tiene la misma capacidad aniquiladora de belleza que una exploración nasal. Ya lo puede lucir un monumento digno de versos de Petrarca que me provoca el mismo efecto que una tarántula en un plato de nata. Por cutre, antihigiénica y soez, por ser el lado oscuro del buen gusto, el eterno rival de lo bonito. Creo que nunca podría conectar con una chica (en un plano de cierta complicidad intelectual, se entiende) que sintiera tan poco apego por sus posaderas que las ofendiera sometiéndolas a la compañía de tan desagradable engendro textil, igual que se me hace difícil imaginarme rendido a una que echara sistemáticamente mano de un palillo para escarbarse los dientes con frución tras cada comida o para quien el colmo del romanticismo fuera escuchar una pieza de Richard Cleyderman ingiriendo mosto en vasos de plástico en un merendero de autopista. Me postulo ya como un serio y esforzado pretendiente a la presidencia de La Liga Universal AntiTanga.
lozzy