“Esta es una comedia inofensiva”, advierte de entrada y con su propia voz Lars Von Trier a aquellos que babean con sus imposibles propuestas audiovisuales: que si Dogma, que si decorados vacíos con rayas pintadas en el suelo simulando paredes y casas, que si Automavisión… Von Trier es un encantador de serpientes al que toman mucho más en serio de lo que él mismo desea, asume su condición y la disfruta con un envidiable sentido del humor que “El jefe de todo esto” destapa sin complejos. La pretendida intrascendencia del cineasta no es tal: el presidente de una compañía danesa decidió, al fundarla, simular ser un trabajador más, inventando un jefe fantasma para evitarse dar la cara ante decisiones desagradables; el film parte de la peripecia de un ególatra actor de método (Gambini, no Stanislavski), contratado para simular ser el dueño del cortijo y cerrar, así, su venta a un furibundo empresario islandés. El dato no es gratuito: algunos de los más carcajeantes momentos de la película disparan hacia la histórica rivalidad entre ambos países. Diálogos acerados y unos intérpretes estupendos logran que el espectador menos generoso con las innovaciones de Von Trier (aquí, personajes fuera de cuadro, montaje sincopado, sonido que viene y va…) se concentre en un guión redondo y destape la caja de la risa. Las buenas comedias jamás son inofensivas.
Publicat a la revista "GO Mag" (abril 2007)
26 marzo, 2007
El jefe de todo esto
Publicado por monty en 17:55
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