Aquí voy a ponerme a varios en contra (hola, Monty), pero ¿qué le pasa a la gente con los pueblos? Como casi cualquiera, pasé todos los veranos de mi canguril infancia en medio de un villorrio tan maravilloso o tan infecto como tantos otros, pero abandoné el hábito a los 9 años y supongo que ahí me salté alguna fase fundamental de la experiencia, porque ahora no puedo soportarlos… y me encantaban, o me encantaba mi pueblo. El pueblo del que hablo ahora es otro, pero a todo el mundo le parece aún más maravilloso que el anterior, hasta el punto de que he llegado a considerarme la única anti-fan (acérrima) del municipio en cuestión de todo el territorio nacional. Y el sentimiento es tan visceral y tan poco comprensible para el resto de la raza humana que juro que cada vez que voy (o cada vez que vuelvo, como esta vez) intento descubrir los motivos ocultos, aunque creo que se me siguen escapando…
¿Lo odio porque…
- me aburro tanto, pero tanto tanto, que me da por mirar todos los álbumes escolares que mi madre tiene allí almacenados y acabo elaborando teorías psicológicas sobre por qué mi hermana dibujaba machaconamente piedras en su etapa preescolar? (pero eso en realidad me divierte: hasta me imagino una conversación profesora-alumna tipo “A ver, ¿qué es esto de aquí?” “Una piedra” “¿Y esto que tiene ramas y hojas?” “Una piedra” “¿Y esta señora con el pelo así es tu mamá?” “No… es una piedra”).
- porque aborrezco que me saquen parecidos por la calle, sobre la marcha? ¿Sobre todo porque casi todo el mundo concluye que no me parezco a nadie de mi familia y que, por lo tanto, bien podría ser hija del vecino?
- porque he aburrido las conversaciones tipo “¿sabes la mujer del aquel de Serraduy que vivía encima de casa Melsa? Sí, hombre, aquel que tenía un hijo en Barcelona con una novia que era de Torrobato… Pues su padre, que es contrafamilia nuestra por parte del abuelo, murió el mes pasado”? (y sí, parece que existe el concepto “contrafamilia”, al menos en mi casa).
- porque no entiendo que haga falta hora y media para recorrer 100 metros de la calle principal sólo porque haya que ir saludando hasta a las farolas? (y exhibiendo, de paso, como si fuera ganado, a la hija de visita al grito pantojil de ¡dientes, dientes, que eso les jode! – frase muy por encima de “¿quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?”).
- porque hay una cantidad indecente de moscas?
- porque hace tanto calor como aquí, pero ya han cerrado la piscina?
- porque la panadera le explica con detalle a tu madre con quién y cuanto rato estuvo hablando anoche su hija en el bar, y en qué esquina concretamente?
- porque los veraneantes profesan una adoración sin límites al terruño y los que viven allí todo el año se mueren por largarse a una ciudad a estudiar?
… no sé, puede que sea algo de eso. O que tengo asfalto en las venas. O que necesito un plan de choque tipo “Doctor en Alaska”, para recuperar las esencias y demás. O que no le pillo yo el encanto al olor a estiércol. Mucho mejor el de cloaca, dónde va a parar…
05 septiembre, 2005
Socorro, un pueblo
Publicado por Nibu en 12:15
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