31 marzo, 2008

"El 8º enanito". Capítulo 31

Todavía en un pasado muy lejano

Mientras llega el día en que el Cíclope se despierte con todas sus facultades completamente reestablecidas y pueda derrochar su furia vengativa contra los descendientes de los enanitos que lo mataron, Strata ha planeado introducir su personal Caballo de Troya en la comunidad de los ridículos bajitos. Esparce el contenido genético del Cíclope y de Cleto sobre la superficie de uno de sus espejos mágicos de hipnótico color amarillo; acto seguido, lo sumerge en una tinaja en llamas al son de un conjuro negro en el que los términos que más se repiten son "fusión", "parásito" y "trampantojo". La conversión del fuego en una espiral pestilente de emulsiones púrpura avisa que el espejo está listo para ser extraído y activar su maldición: el primer enanito o la primera enanita que lo encuentre en el lugar del bosque donde Strata piensa esconderlo y se mire en él alumbrará a un hijo que llevará un Cíclope oculto en su interior.
Strata confía que su criatura dual de tubo de ensayo y caldo maléfico sea su aliado secreto, el quintacolumnista decisivo, el enemigo imprevisto que en un futuro remoto se alíe con su padre desconocido para erradicar a la repugnante raza humana de la faz de la Tierra. La bruja huérfana, posadolescente y vegetariana sonríe, dejando asomar sus pustulentes dientes, una ristra de diminutas pezuñas afiladas que su aliento putrefacto dota cada día de una capa extra de mugre bacteriológica. Puesto que todavía no ha encontrado la manera de aplicarse a sí misma la pócima de la longevidad que ha patentado, decide que se la inyectará a Cleto para que sea testigo del éxito de su maléfico plan. Antes, sin embargo, se dispone a salir al bosque a recoger madera de cedro joven con la que fabricarle una jaula hiperresistente. (Continuará...)