Pensaba que la muestra de incivismo que más me irritaba era la deglución ruidosa de alimentos en el cine hasta que llegaron las sintonías musicales para móvil. No entiendo cómo en vez de la discreción de un timbre moderado (o del bendito modelo vibración) tanta gente prefiere que su teléfono alerte de una llamada entrante emitiendo una canción que por lo general es una horterada pero que, incluso si se trata de un buen tema, acaba horriblemente deformado por las limitaciones del aparato en materia de calidad de sonido. Que para más inri el volumen suele estar tan alto ya es cómo que te pasen la tarjeta dos veces por una comida pésima servida por un personal hostil. Me parece un atentado a la conviviencia pacífica, una falta de respeto a la armonía interhumana y una particular desconsideración hacia los tímpanos que la concentración en el trabajo de uno o su serenidad durante un trayecto en autobús se vean mancillados por un latigazo de ruido. Temo que llegue el día en en que, encontrándome sentado en una sala de cine junto a un australopitecus que esté masticando palomitas, se le dispare el móvil al son de "Waterloo" de Abba. A la mañana siguiente, buscadme en la página de sucesos.
31 enero, 2008
Suscribirse a:
Comment Feed (RSS)
|