28 marzo, 2006

"Los sentimientos de los autistas son directos y francos, como los de los animales. No los ocultamos ni somos ambivalentes. Yo ni siquiera puedo concebir cómo puede ser sentir amor y odio por la misma persona. Tal vez se considere insultante que diga esto de los autistas, pero si algo aprecio de ser autista es que no tengo que afrontar toda la locura emocional que deben afrontar mus alumnos. Tuve una alumna excelente que dejó los estudios porque rompió con su novio. La vida de las personas normales está llena de dramas psicológicos. Los animales nunca tienen dramas psicológicos.
Y los niños tampoco. Los niños se parecen más emocionalmente a los animales y a las personas autistas, porque sus lóbulos frontales todavía están creciendo y no maduran hasta el inicio de la edad adulta. Los lóbulos frontales son una gran corteza de asociación, que lo relaciona todo, incluidas emociones como el amor y el odio que seguramente fuera mejor que estuviesen separadas. Es otra de las razones por las que un perro puede ser como un niño: las emociones de los niños son sencillas y fieles como las de un perro. Un niño o una niña de siete años correrá por la casa a recibir a papá cuando llega del trabajo lo mismo que hará un perro".
"Interpretar a los animales" de Temple Grandin