10 febrero, 2006

Vasos de plástico y galletas de la suerte


A.F. no tardó en salir con una de las suyas en aquel restaurante chino de Las Ramblas repleto de guiris con el techo moteado de dibujos de ranas multicolores:

-"Si dos personas cogéis sendos vasos de plástico, les practicáis orificios del tamaño de una moneda de veinte céntimos en la base y os miráis a través de ellos juntando los círculos por los que se bebe, el efecto embudo y contraembudo de la pista visual de aproximadamente 13 centímetros que recorre cada uno de los ojos provoca que cada cual pueda ver en la pupila ajena una representación hiperminiaturizada de la constelación de Coma Berenices".

- "No digas chorradas", le espeté, mientras la camarera nos acompañaba el café con una galleta de la suerte. Rompí por la mitad la mía y de sus crujientes entrañas asomó un papelito rectangular flanqueado por dos soles en el que podía leerse "La felicidad es la consumación consciente de un sueño reprimido".

La noche se las traía, así que pedí excepcionalmente un chupito de la botella donde un lagarto pálido parecía flotar en una sopa turbia de formol.