06 abril, 2010

ISLE OF SKYE

Me hubiese encantado regresar de Escocia asegurando que vi al monstruo del Lago Ness, pero no fue así. Quizás se debió a que esa tarde llovía y la visibilidad no era la óptima. El consuelo es que, de haberlo tenido frente a mis ojos, nadie me hubiera creído. Me conformo con haber regresado con una versión infantil (gorrita incluida) y de plástico de la criatura, en forma de un imán que en breve buscará su espacio en la atiborrada nevera del amigo Monty.
Pero sí vuelvo de las Highlands con una buena nueva: no hay que perderse la isla de Skye. Por sus preciosas rutas para excursiones, sus azucarados montes Cullin, sus espejeantes lagos, sus ovejas cobardicas, sus minúsculas localidades pesqueras, sus pubs con música celta y mil marcas de "ale", sus faros del fin del mundo, sus cementerios diminutos y semidevorados por el verde, sus acantilados de basalto, sus playas de coral que envidiaría el Caribe, por el "halibut" y el "monkfish" que sirven en el restaurante Locha Bay en The Stein y las sopas del Café Arriba en Portree. Aquí os dejo unas fotos: