"El 8º enanito escribe "espejo amarillo" en la pantalla táctil y, acto seguido, en la pared de enfrente, hasta hace unos instantes inmaculadamente lisa, se abre una diminuta ranura vertical de la que sale un cegador chorro de luz. Se aproxima con cautela, tapándose los ojos. Cuando está a punto de franquearla, se apaga de golpe la luz y se acerca a recibirlo una cápsula transparente en forma de huevo, que abre sus puertas a compresión, invitándolo a subir. El 8º enanito lo bordea y se asoma al túnel, pero la oscuridad es absoluta. Si hemos llegado hasta aquí, habrá que proseguir, se dice, y sube de un salto de elegante factura. La esfera móvil se cierra y comienza a adentrarse en la negrura. No se ve nada. El tímido zumbido que emite la capsula al deslizarse es el único estímulo sensorial que le mantiene la esperanza de que sigue vinculado a alguna forma de realidad. Pasan los minutos. Transcurre un tiempo indefinido que se le hace eterno. ¿Y si ha sido víctima de una trampa del Cíclope y, al final del trayecto, le espera una celda o un caldero? En el momento en que esta idea comienza a tomar carrerilla, en la lejanía parece divisar un punto de color que perfora el inmaculado agujero negro como la incisión de un escalpelo en el vientre de un jabalí. La cápsula desacelera. El punto se va agrandando. El 8º enanito está a escasos metros de enfrentarse a la mentira de su existencia.". (Continuará...)
03 diciembre, 2007
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