12 enero, 2010

Diario de NY / St. Petersburg. Cap. 1.

Tercera vez en NY en menos de un año y séptima en mi vida. Soy afortunado. Nunca hasta ahora había visto tal psicosis por la seguridad. En el Prat el embarque ha empezado una hora antes de la salida prevista del vuelo, la cual ha acabado retrasándose otros sesenta minutos. ¿Motivo? Un segundo control exhaustivo antes de subir al avión. Una fila de hombres y otra de mujeres. todos cacheados. A continuación, obligatoriedad de abrir el equipaje que embarcábamos para su análisis por un equipo formado por 5 agentes de Prosegur y dos guardias civiles. Todo equipo electrónico debía encenderse. Teniendo en cuenta que yo llevaba cámara, ordenador, ipod, grabadora y móvil el chequeador y yo casi nos animamos a pasar juntos las próximas vacaciones. A la llegada a JFK, calma total.

Eres un veterano neoyorquino cuando sabes que la flat fare del taxi son 45 dolares, a los que hay que sumar 5 de peaje y un plus de propina. Cuando sabes el momento en que el skyline va a aparecer en el horizonte y sólo le echas un vistazo rápido. Hotel The Lucerne, en la 79, clásico, podría dormir el Don Draper de Mad Men si no fuera por la televisión de plasma, a un paso del Museo de Historia Nacional y del Dakota. Golpe de frío al salir, sin gorro estás muerto. Esta es una ciudad de reliquias, personificada en esa corte de doormans disfrazados de domadores de circos que se aburren soberanamente deambulando por lobbys rococós revestidos de pan de oro y composiciones florales de funeral de Estado, en los depósitos de agua hechos de madera en las azoteas y los chorros de vapor escupidos por el asfalto. El estado de aturdimiento horario y el hambre, unido a la verticalidad de los edificios y los pasos de peatones interminables, provocan siempre que las primeros pasos por NY sean los de un naúfrago en una isla fabricada por gigantes con prisa. Otra rutinas: comprar el Time Out y un café de vainilla. El reportaje central está dedicado a los mejores gimnasios de la ciudad ahora que el inicio del año manda a ponerse estupendos. A continuación, la sección dedicada a los nuevos restaurantes a descubrir. Como si nadie se engañara respecto a que de aquí a un abrir y cerrar de ojos el buen propósito se tomará unas vacaciones hasta las próximas campanadas. Yo procedo al revés: me como la tercera hamburguesa "The Cadillac" de mi vida en el deliciosamente retro P´J Clarke´s y mañana por la mañana espero salir a hacer footing. Os contaré.