04 mayo, 2008

Derecho a pataleta

Soy una buena ciudadana. De verdad que lo soy. Tengo un contrato legal de alquiler, declaro todo lo que gano, nunca tiro papeles al suelo y respeto tanto el mobiliario urbano que ni siquiera he puesto nunca los pies sobre el asiento de delante en el metro.

Sin embargo, una vez al año, durante unos días, siempre por estas fechas, me gustaría ser otro tipo de persona. Alguien que tuviera que purgar algún pecado cívico, alguien que le debiera algo a la sociedad. Porque quizá así no me sentiría como una gilipollas cada vez que llega mayo y contra toda lógica y justicia poética la declaración de la renta me sale A PAGAR.

¿Cuál es el secreto para pasar al bando de las devoluciones? ¿Hacerse una hipoteca? ¿Cobrar en negro? ¿Y si dejo de hacer colaboraciones? Pero entonces dejo también de comer, porque mis ingresos de 2007 me sitúan peligrosamente cerca del umbral de la pobreza… ¿Me desgravo el ADSL, el bicing y las tarjetas de bus como herramienta indispensable de trabajo?

Otra cosa: ¿se puede saber por qué los periodistas estamos encuadrados bajo el epígrafe de “pintores escultores, ceramistas y alfareros”? ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? ¿Tan rara es la profesión de periodista que no saben dónde meternos?

¡Aaaaah, que muerdo!