02 diciembre, 2005

La sandía


La dedicatoria más bonita con que me he cruzado nunca pertenece a "Una mujer infortunada" de Richard Brautigan y dice así:

Pine Creek, Montana
13 de julio de 1982
Querida N:
Tras recibir la llamada de tu amigo me quedé, sin duda, profundamente impresionado, quizá más bien la palabra sea anonadado. Estuve sentado junto al teléfono durante unos minutos, mirándolo fijamente, y luego llamé a mi vecina M y le pregunté si le apetecía un poco de sandía. Había comprado la sandía unos días antes para una visita, pero no llegamos a comérnosla, así que ahí estaba yo, un soltero a cargo de una sandía excesiva.
Mi vecina me dijo que sí tomaría un poco de sandía. ¿Por qué no me acercaba en una media hora y cenaba con ella y T, alguien que había ido a visitarla?
Contesté, creo que a causa de la llamada de tu amigo: "Me acercaré ahora mismo". Creo que tal vez quería ver a alguien en ese mismo momento.
"De acuerdo", contestó mi vecina.
"Voy para allá" dije.
Fui a la nevera y cogí la sandía y caminé hasta la casa de mi vecina que está a sólo unos pasos en mi misma calle. Llamé a la puerta mosquitera de su cocina. Tardó como un minuto en responder. Venía de arriba, de su dormitorio.
"Aquí está la sandía", dije, dejándola sobre la encimera.
"Sí" contestó. Era evidente que su voz sonaba ausente, su presencia indecisa.
Había algo de la sandía que quería mostrarle y que requería que tomara un cuchillo y la abriera. No importa demasiado qué es lo que quería mostrarle de la sandía, pero después de hacerlo ella seguía aún indecisa, como si estuviera en algún otro lugar, no allí en su cocina junto a mí.
Quería contarle lo de la llamada que había recibido de tu amigo, pero de pronto su indecisión y su creciente incomodidad me hicieron sentir indeciso e incómodo a mí.
Al fin -supongo que sólo habían pasado un par de minutos- dijo, la vista fija al suelo: "He dejado a T arriba remolodeando en la cama".
T era un hombre.
Al aparecer con la sandía les había interrumpido mientras hacían el amor. Lo primero que se me vino a la cabeza fue: ¿por qué ha contestado al teléfono cuando estaba haciendo el amor y por qué no se ha inventado cualquier excusa para que no me acercara en ese momento? Quiero decir, podría haber dicho cualquier cosa y yo me hubiera presentado más tarde, pero en vez de eso había aceptado mi propuesta de acercarme.
De calquier modo, me disculpé y regresé a casa.
Entonce pensé en lo divertido de la situación y quise llamarte por teléfono y contarte lo que acababa de pasarme, porque tienes el sentido del humor perfecto para captarlo. Es justo el tipo de anécdota que hubieras disfrutado y a la que habrías respondido con tu melodiosa carcajada, diciendo "no puede ser" sin dejar de reírte.
Me quedé allí sentado, mirando fijamente al teléfono y con tantas ganas de llamarte, pero era absolutamente imposible hacerlo porque la llamada que hacía un rato había recibido era para decirme que habías muerto el jueves pasado.
Había ido a casa de mi amiga para hablar sobre ello y resulta que la interrumpí mientras hacía el amor. La sandía no era más que una excusa tonta para poder contarle mi dolor e intentar asumir el hecho de que ya nunca mas podré volver a llamarte y contarte algo como lo que acaba de pasarme y que en general sólo tu sentido del humor podría apreciar.
Con cariño
R.