16 julio, 2008

Me gustaría tener un habitáculo que me imagino espacioso y con paredes color lima, en las catacumbas de una gigantesca sucursal bancaria,  que fuera una proyección física de cuanto habita en mi mente procurándole un gozo de difícil explicación. En él habría lámparas y un oso panda y cuadros de Edwin Church, de fondo sonaría Sigur Ros, y a  lo largo de hilos de ropa rojos colgarían las iluminadoras explicaciones sobre el género humano a las que llegaron Faulkner y Conrad en sus novelas, y cada una de sus ventanas daría acceso a un paisaje distinto (el mar, un glaciar, un campo nevado, el desierto de Nevada..) y siempre habría una taza de café Nelson recién hecho allá donde mi mirada quisiera depositarla.