… no hay ni un palmo de suelo libre de turistas. Se mueven en masa, sobre todo por Florencia, devorando helados y fotografiando todo lo que les sale al paso. Las cosas han cambiado desde la última vez que estuve allí. Es fácil de contemplar en Pisa, donde la gracia ya no está en fotografiarse haciendo como que sostienes la torre inclinada, sino en fotografiar a los que se retratan de esa manera. Y en Florencia, donde los guías de los grupos organizados ya no gritan a su rebaño, sino que susurran sus conocimientos enciclopédicos a un micrófono que lleva su voz hasta los auriculares que sus clientes llevan insertados en los oídos. Eso sí, en Italia se sigue comiendo de cine, los helados son para no perdérselos y ciudades como Siena hacen que todo valga la pena. Por no hablar de Lucca, de las affitacamere con desayunos estupendos, de los botellones improvisados junto al mercado central de Florencia, de la torre de Pisa o de las calles de San Gimigiano. O del hecho de que todos los italianos están en Barcelona, así que todo aquello nos lo dejan a nosotros. Son más majos…
02 septiembre, 2007
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