13 noviembre, 2009

R.W.P.


Con la excepción del segmento con Bloom y Ricci y algunos destellos visuales, del bluff que supone "New York I Love You", donde nadie parece tener nada de interés que contar cabe salvar la energía atómica que desprende Robin Wright Penn. Es la segunda vez en pocos años (la anterior fue con la turbulencia emocional que desplegó en "Nueve Vidas") que la actriz necesita unos pocos minutos para magnetizarme con esa expresión de sufrimiento que lleva grabada en un rostro tan hermoso que hasta las primeras arrugas son una conquista personal y una ofrenda al mundo.