Hace hoy una semana Rocío Ayuso publicaba en El País un artículo sobre la película de animación digital Cuento de Navidad de Robert Zemeckis, filmada según la técnica de "motion capture", que vierte toda la información gestual de actores de carne y hueso en figuras virtuales. Un referente bien conocido fue el personaje de El Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos, pero ahí la creación sintética se integraba en la imagen real, mientras que aquí sostiene íntegramente una película animada.
Lo que llamó mi atención fue el siguiente apunte: "Según la hipótesis del campo de la robótica, llegado un punto el realismo de una imagen sintética deja de crear empatía y genera repulsión porque parece irreal".
Me parece una paradoja interesantísima: cuando el artificio alcanza un grado de realismo exacerbado, esta presunta perfección desemboca precisamente en el efecto contrario, en la obtención de una irrealidad que provoca rechazo. Cuanto más se acerca el modelo sintético a su aspiración de reproducir fielmente las condiciones formales y estéticas del modelo natural más se aparta de su consecución.
El descubrimiento pone en cuarentena la hipótesis de que el futuro vendrá definido por una creciente expansión de lo virtual, por cuanto puede llegar un momento que resulte insufrible la colonización del simulacro y deseemos fervorosamente una restitución de la carne y del hueso. Como avanzaba una pegatina divisada en una carpeta universitaria, muy cursi pero que es evidente que me dejó huella: "Mil máquinas jamás podrán crear una flor".
|