Encuentro en Madrid con la psicóloga Laura Rojas-Marco y la filósofa especializada en inteligencia emocional Elsa Punset o, más acertadamente, duelo en Madrid con una estilista, una fotógrafo y un maquillador por robarle el tiempo a las citadas.
De Laura me quedo con esta cita de Bernard Shaw que sirve de rúbrica a sus correos electrónicos:
"Las personas que funcionan bien en este mundo son las que al levantarse por la mañana buscan las circunstancias que quieren y, si no las encuentran, se las inventan" ("La profesión de la señora Warren").
De Elsa me quedo con esta anécdota recogida en su ensayo "Inocencia radical":
"En 1951 James Watson y Francis Crick, dos jóvenes ambiciosos, decidieron trabajar juntos en Cambridge para resolver uno de los problemas clave en biología de aquella época: el ADN y su capacidad para codificar la información. Hicieron su mejor esfuerzo para no dejarse ganar la carrera por el famoso químico estadounidense Linus Pauling. Tuvieron la suerte de su lado: Pauling estaba a punto de abordar un avión a Inglaterra en mayo de 1952 para lograr acceso a rayos X detallados del ADN cuando el Gobierno de Estados Unidos le retuvo el pasaporte argumentando que llevaba a cabo actividades antiamericanas. Las imágenes por rayos X habían sido creadas por Maurice Wilkins y Rosalind Franklin. estos científicos ayudaron a descifrar el código, pero su aversión mutua bloqueó su colaboración. Rosalind, una de las pocas mujeres entonces en el campo de la investigación, se sintió tan relegada que decidió retirarse. Fue entonces cuando Wilkins mostró a Watson una de las imágenes del ADN de Franklin sin su aprobación. Ése fue el momento de la iluminación: Watson se dio cuenta de que los patrones formados en cruz en la fotografía tenían que estar formados como una hélice. Así, junto a Crick, construyó un modelo de metal d e dos hélices unidas entre sí por pares de cuatro moléculas. El reportaje sobre el modelo en la publicación "Nature" , en 1953, dio a ambos, Watson y Crick, conjuntamente con Wilkins, el premio Nobel de medicina en 1962. Franklin, olvidada de, murió de cáncer en 1958" (págs. 157-158).
PD: Es evidente que Watson y Crick tenían una saludable actitud desde recién levantados. Recuerdo que mi amigo Willy me invitó a una pinta en el Eagle Pub de Cambridge donde ambos científicos anunciaron al mundo que habían descubierto "el secreto de la vida". Esa tarde un grupo de biólogos recién licenciados cantaban borrachos y seguro que con cada brindis miraban al rincón del local donde se produjo la revolucionaria anunciación con la esperanza de emularla algún día.