Una ciudad con vagones de tren silenciosos, en los que está prohibido hacer ruido. Una ciudad en la que a nadie se le pasa por la cabeza candar la bici en la calle. Una ciudad con permisos de maternidad de 5 años y de paternidad de 2. Una ciudad sin cortinas, de escasos móviles, de series de televisión subtiltuladas en inglés, de buen gusto, de orden, de armonía, de velas, de muebles de diseño, de ángeles femeninos que descienden de los encapotados cielos para darte indicaciones cuando estás perdido. Lástima de su fijación con los alimentos orgánicos y con un repugnante vino caliente.
10 diciembre, 2007
Suscribirse a:
Comment Feed (RSS)
|