27 agosto, 2007

"El 8 º enanito". Capítulo 19.

El recuerdo que vino a socorrer al 8º enanito había tenido lugar en un momento muy delicado de su etapa prepubescente, cuando no habia un día en que no se convenciera de que lo que había a su alrededor era solo una parte infinitesimal de cuanto existía. Lo que sus ojos veían y sus manos tocaban era apenas el proscenio de un mundo asombroso del todo indetectable para el radar enano. La convicción de que otras especies contaban con una sensibilidad más afinada o un sentido extra que les permitía acceder a esta vívida y asombrosa realidad paralela le frustraba profundamente. De aquí que lo que aconteció en el transcurso de aquel paseo otoñal, llamado a ser un intrascendente ejercicio más de tonificación muscular, tuviera un significado especial añadido a su ya de por sí chocante extrañeza. Caminaba, como era su costumbre, en posición de relajamiento, con los ojos alzados hacia las peladas copas de los árboles y las manos a la espalda, cuando su cabeza impactó con algo duro que lo tiró al suelo. Ligeramente conmocionado, levantó la vista para toparse con la pata de una tabla de planchar, artilugio que, al ser inédito en la cotidianedad enana, tomó por una amenazadora máquina extraterrestre. Lo que acabó de congelarle el espinazo fue distinguir la presencia de unas garras rodeadas de pelo. Estas pertenecían a un koala que, igual de sorprendido que el 8º enanito por la súbita aparición de un desconocido, había interrumpido la acción de plancharse su camisa roja de dos bolsillos. Ambas criaturas entrecruzaron miradas de estupefacción, pero mientras que la expresión del 8º enanito no pudo sacudirse el pánico, la del koala se dulcificó enseguida. Y, entonces, este último hizo algo que desconcertó profundamente al primero. Se agachó, acercó su rostro y le introdujo en uno de sus bolsillos un botón plateado. Acto seguido, se enderezó, dio un par de pasadas finales a la camisa, se la puso, recogió la plancha y se marchó con ella bajo el brazo, perdiéndose en la espesura del bosque no sin antes despedirse con un guiño. Anque aturdido, no sabía si más por la contusión o por el inesperado regalo, el 8º enanito se recuperó pronto e interpretó aquel raro episodio como una demostración de que era un elegido. No sabía para qué, ni cuándo tendría ocasión de demostrarse su intuición. Lo único incontestable era que aquel botón se iba a convertir en un talismán del que echar mano en las situaciones más apuradas. (Continuará...)

21 agosto, 2007

Gràcia 2007


Ya hace tres años que vivo en Gràcia, pero las de este año han sido sin duda las fiestas que más he disfrutado. Igual porque justo el día en que empezaron mi jefe me anunció que, puesto que sabía que yo había estado buscando trabajo en otros sitios, no pensaba renovarme en septiembre y, ya se sabe, hay que beber para olvidar…

05 agosto, 2007

Ahora que ha llegado el final...

1. Harry Potter y la piedra filosofal

Como todos los lectores adultos de J.K.Rowling, yo también tengo una excusa: empecé con la saga en agosto de 2001 porque una amiga alemana me regaló el primer volumen para ver si así me animaba a leer su idioma, que por entonces estaba estudiando. Un libro juvenil parecía buena idea para ese propósito y, aunque sudé para desentrañar su significado, la verdad es que acabó enganchándome.

Es un librito corto, pero se las apaña para presentar todo un universo, que no es poco. Visto con perspectiva, asombra que Rowling tuviera ya en mente desde el primer libro elementos que serán de importancia en el resto de la saga, consiguiendo algo que todo el mundo ha alabado de sus novelas: una notable coherencia interna.

Harry Potter y la piedra filosofal es el libro más infantil de la serie –al fin y al cabo, el protagonista sólo tiene 11 años- y eso hace que sea también el más optimista, con un final en el que ninguna sombra que empaña la felicidad de Harry, que ha conseguido salir de su miserable vida, derrotar a Quirrell y tener muchos nuevos amigos, todo en menos de 250 páginas.

2. Harry Potter y la cámara secreta

Al regresar a Barcelona, compré el primer libro en castellano para que mi hermana se lo leyera, pero la portada es tan infantil que a la hora de comprar el segundo opté por la versión en inglés, por aquello de seguir con la coartada del idioma pero sin necesidad de morir en el intento.

El segundo de la saga está considerado como uno de los más flojos, y comparto la opinión. Aparecen los elfos domésticos, que son personajes bastante irritantes, y el enemigo a batir es un libro, algo que en los últimos capítulos de la saga tendrá bastante importancia pero que aquí aburre un poco. Es aún más corto que el primero y ofrece muy pocas novedades respecto a lo ya dicho.

3. Harry Potter y el prisionero de Azkaban

El tercero también lo tengo en inglés, pero en el cuarto mi hermana se plantó y es en catalán, no recuerdo ahora muy bien por qué. En el quinto mi hermana se desenganchó y yo alcancé el ritmo del resto del mundo, así que me los empecé a comprar en inglés para no tener que esperar a la traducción.

El tercer libro de Harry Potter es para muchos el mejor de la saga y también es uno de mis preferidos. Quizá porque toda la trama se aparta por una vez de Voldemort y se centra en Sirius Black, por los Dementores o por la interesante resolución final, con regreso al pasado en el tiempo incluido. Rowling tiende a abusar del deus ex machina para sacar a sus personajes de situaciones complejas, pero aquí, en cambio, la historia está mejor resuelta.

También la película es, de lejos, la mejor de las cinco que se han hecho. Su director, Alfonso Cuarón, supo poner algo de poesía en medio de tantas aventuras.

4. Harry Potter y el cáliz de fuego

Es otro de mis preferidos. Mucho más extenso que los anteriores –alcanza las 600 páginas-, gira en torno al torneo de los Tres Brujos y tiene un ritmo trepidante. Rowling entrecruza muchas tramas a la vez y, hacia el final, con la muerte de Cedric Diggory, deja entrever que los buenos tiempos han llegado a su fin. La peli es malilla, para las posibilidades que tenía el libro…

5. Harry Potter y la orden del Fénix

No lo disfruté especialmente. Harry se pone en plan adolescente insoportable y pasa un año infernal. Nadie le cree cuando asegura que Voldemort sigue vivo, Dumbeldore le ignora, Umbridge le hace la vida imposible, Sirius muere y su vida sentimental es un desastre. Pese a todo, entrena al Ejército de Dumbledore y lo de tener al mundo en su contra no va mal para bajarle los humos.

6. Harry Potter y el príncipe mestizo

Los malos tiempos ya están aquí y ahora ya todos los saben. Pese a todo, un año mucho más tranquilo que el anterior, con Dumbeldore dándole lecciones para lo que se avecina (entre otras cosas, su propia muerte al final del libro) y muy poca acción. Hasta empieza una prometedora relación con Ginny. Sin embargo, la cosa se empieza a poner muy sombría y al final del libro Harry, Hermione y Ron abandonan Hogwarts para ir a luchar contra Voldemort.

7. Harry Potter y las reliquias mortales

La historia es atípica, sobre todo porque transcurre lejos de Hogwarts y no sigue el calendario académico al que ya estábamos acostumbrados los lectores. Es un libro con pasajes francamente tristes y momentos en los que Harry lo da todo por perdido. Como no podía ser de otra manera, acaba bien, pero no sin que antes hayan muerto por el camino unos cuantos personajes importantes. La verdad es que podrían haber caído algunos más, pero entonces quizá dejaría de ser una saga para niños. Y acaba con un epílogo situado 19 años después que elimina (casi) cualquier posibilidad de resucitar la serie. Es un buen final, el que tocaba hacer. Los pottermaníacos podemos descansar tranquilos.