28 febrero, 2007

"El 8º enanito". Capítulo 2.

También es verdad que el 8º enanito era diferente al resto de sus congéneres. Para empezar, supuso una anomalía de la especie. Hasta su nacimiento, se creía que siete era el número máximo de hijos que podía tener una famila de enanitos. Sus padres, cerca por entonces a jubilarse, ni siquiera usaron protección. En su pueblo natal, Dos Palmos, las malas lenguas cuchicheaban acerca de la posibilidad que fuera adoptado o, peor aún, resultado de un secuestro. La falta de base de estas aviesas conjeturas quedó pronto al descubierto. El mundo de los enanitos tiene unas dimensiones acorde con el tamaño de sus miembros. Pero su condición de milagro de la naturaleza no era la única particulariedad del 8º enanito. Otra, en apariencia menor si bien más determinante en el curso de su accidentada existencia, fue que con él vino al mundo el primer enanito zurdo de la historia. (Continuará...)

26 febrero, 2007

"El 8º enanito". Capítulo 1.

Existen muchas versiones de por qué nadie ha oido hablar del octavo enanito. Los hay que dicen que un ejecutivo de la Walt Disney Company lo vetó aduciendo que el número 7 era el de la buena suerte universal. Otros aseguran que era negro, algunos que era mujer, dos modelos sacrificables en la prehistoria de la corrección política. Entre los paranoicos, unos sostienen que la morfología cuadricular de su cráneo recordaba sospechosamente a la de Benito Mussolini, otros que llevaba tatuado en el cuello el símbolo satánico del pentagrama invertido, unos terceros que lucía un bigotito que ridiculizaba al Gran Jefe y unos últimos que su nombre escondía el acrónimo de un término obsceno. Pero ninguna de estas teorías es cierta. No hay que buscar culpables a sus desventuras. Ni siquiera hay que achacarlas a la mala suerte o a un destino funesto. El 8º enanito se labró su propio camino. Esta es su historia. (Continuará...)

The Killing Machine



Una recomendación sublime: la exposición "The Killing Machine" en el Macba.
Me descubrió que al menos hay un campo artístico en el que existe la perfección: el de los registros sonoros. No pienso en otro asunto desde hace días. Supongo que mi fama de pedante estomagante, de sabiondo remilgado, de repelente de diseño jugará en mi contra, pero de verdad que os cambiará la vida (al menos tanto como Lost, los canalones trufados o la escobilla multiusos). Creedme. No me deberéis nada.

21 febrero, 2007

El pasado fin de semana se concentraron tres de mis mayores fobias en un mismo momento: el pollo, los calçots y los disfraces. El maestro sufí Kijs Shelmak comenta en uno de sus escritos más ampliamente difundidos que si se produce una sincronía espaciotemporal de tus tres mayores fuentes de gozo supone una señal de que entrarás en el paraíso. Desconozco si hace referencia a la posibilidad inversa. De cualquier manera, el infierno parece muy cerca de algo como convertirse en un pollo disfrazado de calçot.

14 febrero, 2007

Extraído de una crítica del The New York Times al libro "Einstein, Heisenberg, Bohr and the Struggle for the Soul of Science" de David Lindley. Un inicio modélico de reseña, a mi humilde parecer:

"Last week, in an unprecedented feat of quantum mechanics, Harvard physicists were able to use a cloud of Bose-Einstein condensate to stop a pulse of light and then resucitate the light at a different location. "That´s the sort of stuff we find really sexy in this business" Eric A. Cornell, from the National Institute of Standards and Technology, said admiringly".

12 febrero, 2007

Anys i anys

"Me han regalado una picadora y una mantita del Barça" (Entretenidillo dixit).

Per molts anys!

09 febrero, 2007

Parte/Conjunto/Todo





Los autistas, como los animales, descomponen la realidad en fragmentos, despiezan el entorno en elementos concretos, priorizan el detalle sobre el conjunto. Frente a un árbol, lo primero que detectan es una de sus ramas. Al mostrarles un vehículo, se fijarán en una rueda o en el volante. El resto operamos en sentido inverso, nos hacemos una instantánea composición global y sólo luego atendemos a las particulariedades. Pero existe un tercer grupo de personas, muy minoritario. Y es el de los condenados a ver ambas cosas a la vez. Están rematadamente solos en el mundo porque absorber a un tiempo el todo y la parte, amén de un ejercicio agotador, supone asomarse a la simplicidad última y al aburrido orden troncal con el que opera a nivel profundo la vida. Además, quedan privados del tan costoso como gratificante proceso de establecer alianzas entre puntos en apariencia inconexos que es una de los más poderosos impulsos finales de la creatividad. Sin embargo, en algún momento todos hemos tenido un atisbo de esta terrible facultad. Como dejó escrito Jules Renard: "Hay sitios y horas en que uno está tan solo que ve el mundo entero".

07 febrero, 2007

Impactes colpidors

Llegeixo al diari que la nena de El Exorcista vomitava pèsols i que el conseller Saura reclama que totes les drogues siguin legals. Si li sumem que ahir vaig passar la projecció sencera de La vida de los otros al costat de Miquel Iceta (per què ocupava amb tota la patxorra del món el meu reposabraços? eh? eh?), que porto una setmana trobant-me vells companys de carrera que feia anys (i dècades) que no veia i que encara no m'he recuperat de l'impacte de veure Don Johnson fent de Frank Sinatra a la versió de Guys and Dolls que es representa al West End londinenc... com pretèn la meva companya canguril que abandoni el meu elegant silenci?

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Però a la humanitat encara li queda esperança: el nou becari de la casa. Al seu DNI, a l'apartat conegut com "firma" hi posa: "firmar es de mediocres". Promet moments memorables.

Hay dos formas de acercarse y, con algo de suerte, de disfrutar de este post: 1) jugar a adivinar de qué edificio se trata y/o 2) extasiarse ante sus colosales dimensiones.

06 febrero, 2007

Aceleración

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Eran altas horas de la madrugada. En su compañía el tiempo se aceleraba de una forma apabullante, mirabas el reloj y eran las doce, lo volvías a mirar al cabo de un instante y eran las 2:15. Nunca lo comprobé, por ejemplo lanzando una manzana al suelo, pero en aquella casa la velocidad de aceleración de los elementos seguramente era superior a 9,8 metros por segundo. Por lo menos era de 23, 6 metros por segundo. Si siendo todavía un adolescente te quedabas lo que te parecería una corta temporada, no sería raro que al salir te miraras al espejo y descubrieras de forma furtiva en un escaparate que peinabas las primeras canas o, al ir a pagar un café, te reprobaran que les estabas pagando con una moneda ya retirada de la circulación. Quizás las aparatosas grietas entre las extrañas baldosas cuneiformes de su minúsculo baño tenían la facultad de comerse los segundos a paso ligero o la exprimidora que utilizaba a diario absorbía como una posesa minutos a la par que gajos de fruta y luego los escupía como una metralleta cuando sentía mi presencia. No sé. En cualquier caso, un fenómeno digno de ser sometido a los rigores del análisis científico.
Además, entre aquellas cuatro paredes abundaban dos objetos: lámparas -de los más variados colores y tamaños, pero unidas por una particulariedad común, todas tenían pantallas anaranjadas y translúcidas que bañaban las paredes blancas con un resplandor que uno esperaría de un fuego agonizante, que se resistiera inútilmente mas lleno de dignidad a su inminente extinción- y las típicas cajitas nacaradas donde una persona mayor atesoraría sus pastillas contra la hipertensión -estas, en cambio, eran todas el mismo modelo, de un granate subido con un punto negro en el medio-. Aproveché que se excusó un rato para darse una ducha de cara a husmear una vez más entre sus libros. El lomo lila de uno en el que hasta entonces no había reparado me llamó poderosamente la atención. Estaba forrado en un papel brillante que parecía de regalo, lo cual chocaba con la gravedad intelectual de su contenido, pues se trataba de un ejemplar de "Investigación sobre los principios de la moral" de David Hume. Como de costumbre, abrí al azar una página para que me lanzara un mensaje cifrado que me guiara entre la colosal confusión que dominaba por entonces mis días. Y decía así:

"Vamos a suponer que entramos en una vivienda cómoda, cálida y bien diseñada. Sólo con mirar en derredor recibimos necesariamente un placer, porque lo que vemos nos comunica ideas de paz, satisfacción y alegría. Aparece entonces el señor de la casa, hombre hospitalario, servicial y bondadoso. Sin duda, esta circunstancia embellecerá el conjunto; y no podemos dejar de pensar con agrado en la satisfacción que todos recibirán del trato con este hombre, y de sus buenos oficios".

Cerré el libro. Reconfortado, calmado, satisfecho. Tras comprobar que el agua de la ducha seguía corriendo, cogí uno de esos estuches y lo coloqué dentro de la lámpara. Con el armónico rumor de las palabras de Hume todavía masajeándome los oídos, miré la imagen que proyectó su punto en la pared fosforescente. Era tan bonita que por un momento me sentí inmensamente feliz. Y por fin entendí cómo se aceleraba el tiempo en aquella vivienda cómoda, cálida y bien diseñada.

05 febrero, 2007

Vuelve Gray

Voy a hacer un post à la Hugo.

Ahora que Cuatro está a punto de emitir la tercera temporada de Anatomía de Gray –y precisamente los jueves, coincidiendo con la emisión en La Sexta de la segunda temporada de Prison Break, con lo que tengo el corazón partío- no está de más recordar la absurda polémica que rodea a uno de los actores de la serie desde hace unas semanas. Me refiero al pobre Isaiah Washington, que interpreta al doctor Burke (el adjunto negro que es pareja del personaje de Sandra Oh), del que se filtró que durante el rodaje de una escena recibió un bofetón de Patrick Dempsey (McDreamy) por llamar a otro compañero de reparto, TR Knight (George, el que está loco por Meredith, lo siento por los que no veáis la serie porque os estoy haciendo un lío) nada menos que faggot, o, lo que es lo mismo, maricón. Vale, eso quizá no estuvo muy bien (y además obligó a TR Knight a salir del armario diría que en contra de su voluntad), pero es que los responsables de la serie se han puesto en plan nazi y Washington ha tenido que disculparse públicamente e ingresar en una clínica de rehabilitación, cual yonqui, de la que saldrá, supongo, cuando aprenda a referirse a su compañero de reparto como homosexual o gay.


Por cierto, hablando de la serie propiamente dicha y tras ver de un tirón la primera temporada, que me había perdido, me reafirmo en mi opinión de que la protagonista, Ellen Pompeo, no sólo es demasiado mayor (36 años) para pasar por una residente de cirugía, sino que se ha hecho tantos retoques en la cara que en la segunda temporada parece Mark Hamill en El imperio contraataca, sin que en el caso de Pompeo haya habido un accidente de por medio, que se sepa.

La próxima vez intentaré hacer un post à la Monty, que es algo que consiste en mantener un misterioso y elegante silencio durante meses